martes, 24 de junio de 2014

Séraphine, como Josefina

Sangre, barro, esperma de vela, entre otras cosas. Picasso no me engancha, no me conmueve. Una mujer que acabó muriendo en un manicomio por deficiente atención, alimentación, y afecto, me dejó conmovida toda la noche y quizá toda la vida. Una que no vivió la cúspide de la fama, quien no pudo tener la casa propia, el auto, el vestido de novia, por decir caprichos que se le ocurren a los seres humanos, que a ella a pesar de su locura también se le ocurrió tener. Sola, en un hospital con sabanas y paredes blancas mientras en el mundo se vendían sus pinturas repletas de colores como esta que acá les dejo.

 Hoy me he enamorado del color que da la sangre en el lienzo.