Es un grave error (para uno mismo), no aceptar la realidad de habernos vuelto padres, así no nos hayamos convertidos en tales consciente y determinadamente. El error está en llevarlo como un peso y convertirlo en la excusa para no realizarnos profesional y espiritualmente, pues es una realidad irremovible; la excusa para sentirnos mal y hasta una especie de auto-boicot; no hay nada más sano que comenzar a vivir con ello. Disfrutarlo y hacerlo bien, esforzarse en hacerlo bien, aceptarlo y llevarlo, pues al fin y al cabo es lo que es, tenemos un hijo, algo que necesita de nosotros y lo mejor de nosotros. Evadir esa realidad no hará más que encontrárnosla más tarde, porque al final esa realidad, que no es fábula, nos alcanzará y es allí donde el golpe será verdaderamente doloroso (más que el de la insatisfacción de que las cosas hoy no sean como esperábamos), o simplemente nos habremos encontrado superados y satisfechos de haber hecho lo mejor que pudimos, lo mejor para nosotros, para nuestra conciencia, para nuestra alma, no para ellos (aunque si lo será), sino para nosotros. La tranquilad de haber hecho lo que mejor pudimos durante nuestra vida nos llevará a un lugar libre y tranquilo, un espacio limpio, a una atmósfera sana, sin sensación de que somos deudores con nosotros y con ese otro del que somos responsables, o de que perdimos oportunidades para ser felices. Sólo sentiremos que se nos ha ido de las manos días alegres, felicidad a pesar de las situaciones no ideales. La oportunidad es ahora, ésta que tenemos para hacer las cosas bien en nuestra vida que es el presente, para ser felices, para no lamentarnos en el mañana, no llenarnos de insatisfacciones en el mañana por esa pesada y tan dolorosa actitud de como llevamos las consecuencias de nuestros actos hoy.
Según lo que leo, lo que vivo y mis reflexiones. Ademas aquí soy auto-crítica. Nadie lo tiene que creer.