viernes, 20 de febrero de 2015

Maramar

Arrímate a mi orilla

y deja que la ola responda si me quieres a tu lado, en tu vida

Apártate y déjame ver de lejos la mirada que no miente porque no disimula la poca luz que da la luna

 Déjame arrimarme al pie de tu ternura conocida de poquito en  la luz del día

Deja el viento salado de mar

Que nos sorprenda una y mil veces más

Mil veces más

Y que la corriente nos revuelque y nos desvista como nuestras almas desnudas estan

Y la luna redonda llenita de aquello que dimos al crear

Al crear el universo llenito de agua para mojarnos hoy aquí

 Arrímate a mi muelle

Para desembocar pura alegría 

Abrazame, húndete, ahógate

 Corales, corales!  Ves esos corales?





lunes, 16 de febrero de 2015

Pizarnik Pizarnik

LA ÚLTIMA INOCENCIA 

Partir 
en cuerpo y alma 
partir. 

Partir 
deshacerse de las miradas 
piedras opresoras 
que duermen en la garganta. 

He de partir 
no más inercia bajo el sol 
no más sangre anonadada 
no más fila para morir. 

He de partir 

Pero arremete ¡viajera! 

sábado, 14 de febrero de 2015

Tiempo



Tenía toda la vida esperando escucharte
Por qué tardaste?

Te parece gracioso?
He sentido mucho dolor

Qué fue lo que te retuvo tanto tiempo antes de llegar a mí?
No es justo

Está bien
Mira lo que ahora soy y tengo
Y es esto lo que te trajo hasta mí...

A ti



Yo te pediría,
te pido que vengas como eterno amante,
ahora que me siento tan desnuda por dentro como si no tuviera vísceras ni sangre,
como si fuera una piel de cordero embalsamada con el puro recuerdo de las praderas;
yo te llamo, igual que un gajo salvado de la tormenta, convocando la savia estremecida.

Tiempo de soledad, con sus palomas, guardarme
Tiempo de soledad, con sus serpientes, vénceme
Yo busco entre su pecho la sangre verdadera

Pastorea la ternura que me falta, apacienta los ramos de la gracia, con el junco de luz de tu palabra
Trueca en magnolias esta sal que canta;
Con un soplo amoroso desbarata el collar de cenizas en la garganta;
Dame el vino y la miel que hay en tu casa para la espiga fría de la estatua

Yo te entrego la flor viva del alma por tu absoluta estampa

Carta a la poesía de Luz Machado

martes, 3 de febrero de 2015

Quiero una casa de piedra

“Quiero una casa de piedra junto al mar //… echarías tu cabeza de diamante imprevisto / en el agua madura de mis hombros / buscando, como un pez ávido de soledad, un par de lunas de limo detenido / en las que un bosque antiguo recogiera sus iniciales savias. // Yo calzaría el crepúsculo entero entre mis dedos / probándome su herencia de anillos, / esperando que creciera en mi cara el polen de la eternidad. (…) / Eras un marino ciego contando barcos / por el recuerdo de las constelaciones en el puerto.”

Luz Machado. 

De Luz Machado, la guayanesa.

En la insistencia de apoyar el movimiento feminista, la emancipación de la mujer, ¡la igualdad!,  que ha partido desde ya hace siglos y aún hoy se sigue cultivando, yo me dispongo casi a diario a descubrir verdaderas heroínas de la historia feminista. Y cada día, con ese descubrir me siento más parte de esa idea, de ese progreso, porque no puede llamarse de otra forma más justa que "progreso". 
La mujer metida allí en todo, luchadora y vencedora de estereotipos y del ruin machismo que todavía permanece en las sociedades más toscas. Mis motivos van igualándome a mis compañeros, como puedo voy haciéndoles ver que las necesidades de nosotros, los seres humanos, son tan hembras, son tan machos, al mismo tiempo, a la vez.
Descubrí estos días a Luz Machado, nacida en mi caluroso pueblo, Ciudad Bolívar. Y quiero dedicar a todas esas mujeres igualadoras, prosperas, apasionadas, esta poesía que a mi gusto, es divina.


EN MI HABITACIÓN

Aquí están mis zapatos, con la forma
de los pasos y el pie que los dispone.
Aquí están mis vestidos, mis blusas y mis faldas
y mi ropa interior,
liviana y sencilla como una campánula silvestre
ya marchita,
mis medias que olvidaron las orugas
y han conocido antes la máquina y el ruido,
y después el latido y la huella;
mi paraguas, lánguido capullo, calabaza
del color del durazno y la cayena,
oh, mi mejor amigo defendiéndome
del cielo y su arrebato.
Espejos, libros, memorias de los viajes,
la música viniendo desde lejos,
su posada mariposa libérrima,
un lecho donde el sueño sólo es más sueño,
una lámpara antigua de la abuela materna,
una diversa advocación de vírgenes y santos
para la belleza y por los hijos, para la soledad,
esta máquina de escribir que llena de picotazos el silencio
como una gaviota furiosa y hambrienta
contra la huidiza verdad del mar,
este olor que de pronto se viene del jazmín
del jardín, desde la calle
a pelear contra el mío y mis perfumes
saliéndose de mí o del armario abierto.
Y retratos.
Y la vida haciendo ruido adentro y en torno
en cada día que pasa.





domingo, 1 de febrero de 2015

Sosiego exquisito






Una uva venteada al sol con la temperatura ideal 
Un  kamikaze blindado aun cuando venga su suicidio 
Un Ganímedes amante de Zeus perdido en su órbita 
Un grillo haciendo su canto a las cinco de la tarde y los niños le llaman
Un negativo sin ser revelado de fotografías del Dalái Lama 
Una cama de sabanas blancas 
Flores, olor a cardamomo, café, besos, manos, sabor, luz, agua, 
caída, sudores, pestañas sin lágrimas
El canto de un gallo cada media hora que terminen los 
besos y empezar cuando acaban
Paciencia segura llena de deseos sin amenazas repleta de auténtica marea
 que estimula los poros, el olfato, el oído, la cabeza, el estómago, el agua
 Deseo de vida como donde nacen manantiales   
Un café en la mañana
Me acompañas ...