En la insistencia de apoyar el movimiento feminista, la emancipación de la mujer, ¡la igualdad!, que ha partido desde ya hace siglos y aún hoy se sigue cultivando, yo me dispongo casi a diario a descubrir verdaderas heroínas de la historia feminista. Y cada día, con ese descubrir me siento más parte de esa idea, de ese progreso, porque no puede llamarse de otra forma más justa que "progreso".La mujer metida allí en todo, luchadora y vencedora de estereotipos y del ruin machismo que todavía permanece en las sociedades más toscas. Mis motivos van igualándome a mis compañeros, como puedo voy haciéndoles ver que las necesidades de nosotros, los seres humanos, son tan hembras, son tan machos, al mismo tiempo, a la vez.Descubrí estos días a Luz Machado, nacida en mi caluroso pueblo, Ciudad Bolívar. Y quiero dedicar a todas esas mujeres igualadoras, prosperas, apasionadas, esta poesía que a mi gusto, es divina.
EN MI HABITACIÓN
Aquí están mis zapatos, con la forma
de los pasos y el pie que los dispone.
Aquí están mis vestidos, mis blusas y mis faldas
y mi ropa interior,
liviana y sencilla como una campánula silvestre
ya marchita,
mis medias que olvidaron las orugas
y han conocido antes la máquina y el ruido,
y después el latido y la huella;
mi paraguas, lánguido capullo, calabaza
del color del durazno y la cayena,
oh, mi mejor amigo defendiéndome
del cielo y su arrebato.
Espejos, libros, memorias de los viajes,
la música viniendo desde lejos,
su posada mariposa libérrima,
un lecho donde el sueño sólo es más sueño,
una lámpara antigua de la abuela materna,
una diversa advocación de vírgenes y santos
para la belleza y por los hijos, para la soledad,
esta máquina de escribir que llena de picotazos el silencio
como una gaviota furiosa y hambrienta
contra la huidiza verdad del mar,
este olor que de pronto se viene del jazmín
del jardín, desde la calle
a pelear contra el mío y mis perfumes
saliéndose de mí o del armario abierto.
Y retratos.
Y la vida haciendo ruido adentro y en torno
en cada día que pasa.