domingo, 1 de junio de 2014

El pérfido hombre en la tierra


Un hombre en épocas de esclavitud recibe su castigo que según los blancos debía merecer por alguna tarea no realizada o por alzarse en alguna acción refleja del maltrato físico. Se encuentra enterrado en un hoyo profundo dentro de una pequeña caja con dimensiones casi exactas para su cuerpo. Allí defecó y meo hasta el último suspiro (palabra fuera de contexto) de vida ejecutada por otra vida.

En la misma execrable época de tal manifiesto humano perverso hay un hoyo en la tierra profundo en el que han construido a bloque de cemento cuartos contiguos sin puerta, un poco más grandes que las cajas anteriores. En ellos se encuentran encerrados dos hombre, uno en cada cuarto. Pasan años encerrados allí sin comida ni agua la mayoría del tiempo. Se comunican entre ellos dándole golpes a la pared que los separa. Han hecho de ella un medio para la comunicación, para no morir de la forma mas inhumana (pero es idea de humanos...) solos, para sufrir juntos y así aminorar el dolor de la desventura de saber que están viviendo eso. Para qué se yo podría servirles eso en tan destartalado acto que han hecho otros integrantes de la tierra que se creían tenían derecho a ejecutar de alguna forma otra vida que de nada se distingue a la de ellos.

Cuando leí esto quedé atónita. Eran un poco más precisas las palabras que me lo contaban en aquel libro. Pude sentir el asfixia y el hambre, la desorientación, la locura, la claustrofobia y todas las fobias. La desesperación, la fiebre, la sed. Fui ellos. Fui y me descompuse desde los pies al corazón, desde la cabeza hasta el hígado. Sentí la decepción en mis ojos y en mi cabeza, me dolía el corazón.  Creo que soy otra persona a partir de eso, pero más me inquieta y me deprime saber que no sólo pasan y pasaron cosas así, sino que por supuesto hay muchas más que superan la realidad, que son impensables, cosas que no sé si llamarlas peor, si es que hay algo peor que esto, y no se saben.  Qué no habrá que nadie nos contó.