sábado, 22 de marzo de 2014

Mi patas largas

Tus pequeños ojos sólo saben brillar, ¿no le enseñaron nada más?
Tu boca sólo sabe melodías para hablar y para besar
Tu quijada, se entierra aferrada a mi hombro haciéndome sentir que a alguien pertenezco en algún lugar
Tu cuello largo y robusto, inequívoco que me invita a delimitar esos surcos con mucho más que los labios
Tu pecho. Tu pecho no tiene, aun vestido, manera de ocultarse 
Tus vellos. Allí impacientes, saliendo jubilosamente de la piel
Tu abdomen perfecto y tranquilo, en estado inmejorable. Protector de lo que hay allí adentro. Sostén para el  vientre mío
Tus manos inmensas, ágiles, audaces, colosales. Que resguardan lo que quieren conquistar
Tus piernas. Paso de yegua, de caballo, de Pegaso. De ellas no podré huir así no más
Tus pies... 
¡Quiero tus pies!, tus pies saben llegar a mí y confirmarme que no miento, no exagero.