Donde nadie imaginó irse de shopping alguna vez en la vida. Un lugar donde te podías enfrentar a aves salvajes que pretendían alertarte sobre un ingrato momento que te haría pasar el mar. Aquel mar. A quién se le ocurriría comportarse como un niño de cuatro años tan lejos de sus tierras
Terminar comprando zapatos de la talla de Gulliver en el país de los enanos, porque el mar se llevó tus únicos zapatos que te acompañaban en aquel viaje gitano. En aquellas aguas misteriosas en "va y ven" andaba el par de zapatos. Y en la orilla aquellos niños que no mentían, que no jugaban, sabían lo que pasaba.
Qué maravilloso habría sido verte indignado caminando con los pies en el asfalto caliente. Disfrutar en persona verte caminar con las medias de paño sobre los tobillos y los grandes zapatos cubanos blancos de punta. ¡Ah! qué graciosa y genuina situación me he perdido en la vida.
Foto en: http://neospace.com.au/beware-budgies/
Hora de dormir.
Hora de dormir.