jueves, 29 de agosto de 2013

No puede ser enajenadamente reconocido por nadie

Era eso de querer terminar el trabajo para irnos a tomar café colado en manga y a amar
Era necesitar más horas en el día para llenarnos de caricias
Era también despedirnos como si es que no nos volveríamos a ver,
o tu diciéndome "tranquila, aquí estaré luego"
Era esa canción "Every body hurts" de mi banda favorita REM sonando, o en la mente, o en nuestros labios o en el reproductor del carro
Era tus tomates sin semillas (ese mito o realidad que me hacia reír y pensar que estabas loco), o mis aceitunas en las cenas
Era un televisor que casi nunca se encendía sino los domingos a medio día
Era opacar una realidad de enfermedad fatal mientras me dabas amor como consuelo y única solución
Era una camisa de cuadros y una de rayas,  una blanca que tenía como merengue blanco de torta en el pecho, la que un día dañé. (Lo siento).
Era una bebida asquerosamente dulce con leche condensada que hice mi favorita al tú preparármela
Era una mantequilla suave la que tenía que encontrar, sino no compraba nada
Eran esas pasitas y maníes cubiertos con chocolate
Era esa segunda vuelta que diste para encontrarme
Era más que las otras cosas, eso. Y eso no es tema ni artillería para ninguna guerra que no fuese la de nosotros.