sábado, 3 de agosto de 2013

Mi aro de papel



Cualquiera que me lea hoy pensará que todo esto se trata de  envidia o rebeldía empedernida de  infelicidad por la vida de los humanos y sus leyes. De hecho debo comentar que hay una cantidad importante de amigas, poco amigas, compañeras, buenas amigas y grandes amigas que se han sumergido en el mar de la felicidad del matrimonio. Definitivamente a mi en lo particular me alegra, me pone a llorar de emoción el verlas salir de la mano con un orgulloso esposo, con un aro de matrimonio espectacular y un anillo de compromiso con alguna piedra o de un material imponente, ¡es sensacional!, si la palabra puede expresar tal emoción y bulla de mi parte. Pero creo que si mi interés fuera ese en algún momento, casarme o comprometerme, tendría que ser en un momento excitante y emocionante de la relación, sino cuando sinceramente anciana quiera saber a qué sabe casarse con el hábito que se realiza en las sociedades; y sería todo un acontecimiento donde me gastaré todo lo que ni siquiera tenga. O todo lo contrario, lo haré dentro del agua de algún mar salado o dentro de alguna catarata de agua dulce, y la naturaleza sin un bolívar me haga la velada con sus hermosos arboles y flores naturales que no se tendrán que alejar de su tallo para adornar un buqué.

Pero no pretendo quitarle fatuidad a ningún tipo de matrimonio. Ultimamente me he sentido conmovida con este tipo de sucesos. Me pregunto por qué no me habrán regalado algún anillo a estas alturas de mi vida. También sé que una parte del universo femenino ha tenido la oportunidad y otra gran parte no. No se trata de ningún motivo particular, sólo que hay quienes quieren y no llega, quienes les llega y no quieren, quienes lo desean como motivo de felicidad de la vida y les llega, quien no comparte la idea, quien dice que es relativo, quienes lo hacen en un ritual muy íntimo y fuera de lo ordinario, quienes lo piden y nunca nunca les llega.

También sé, y no lo juzgo, que hay quien hace la ceremonia en un nivel superior a la de las amigas, o la que lo hace como su madre siempre lo soñó. Sé que hay quien lo hace para pertenecer al mundo y no sentirse fracasada delante de amigos y conocidos, sé que hay matrimonios por interés financiero, sé que hay anillos en las fotos de internet para gritar ¡estoy casada! y no lo critico. Pero lo que yo no sé es si soy afortunada o no por ello, la verdad es que toda mujer de alguna manera le alegra la idea, y debe venir de eso que todas queremos, protección y seguridad, amor y fidelidad, amor. Si, amor que es lo que más necesitamos y necesitaremos siempre. Todo lo demás lo dejo en manos de la sociedad y el costumbrismo en el que nos han criado. Es nuestra culpa pero también no lo es, querer o no querer.