Estoy respirando profundamente,
entre mis dedos siento la energía de unas manos que no están,
las que espero.
Si yo las tuviera conmigo ahora las haría sudar y temblar.
Sentiría su tensión y angustia de querer tocar y tocar todo lo que ni siquiera la vista logra divisar.
Esas manos, yo las tendría en el surco de mi pecho,
en la entrada del paraíso, en la salida del purgatorio,
en el cielo mismo y en en la zona baja de mi vientre.
Todos esos lugares gloriosos a los que no todo mundo logra acceder.
Y mis labios nunca están cerrados del todo,
quedan entre abiertos esperando que entre el flujo de tu densa respiración.
No son mis dientes, no.
Estoy respirando animosamente a que lleguen por fin esas manos.
Esas manos grandes que me hacen feliz.