sábado, 25 de agosto de 2012

Soledad






Así la llaman. La conozco por nombre y ya casi de apellido






No está mal un amanecer a solas, un café acompañado del sol y su tenue y virgen resplandor. Para echarse un baño renovador y estimulante con la frescura de un aroma de flores de manzanilla, quizá de lirios,  en la ducha. No estaría mal el jabón con perfumes y aceites, las velas las dejaría para la noche. No me quejaría de un día largo que culminara con ese cansancio agradable que sucede después del ejercicio. Tirarme en un sillón  y escuchar a Tony Bennett o a Coldplay con los pies sobre alguna mesita de noche. Tomarme un Merlot mientras pienso en qué preparar para cenar para mi, y mi autocompañia.

Y así un día y otro se hará costumbre, se hará normal. Como siempre ha sido, pues nunca he vivido acompañada aunque haya compartido con algunos hombres en mi vida, nunca me he juntado y/o casado, nunca he tenido una persona a mi lado. Nunca ha habido dos cepillos de dientes en mi baño, ni dos tazas para el café, ni otras almohadas para compartir, ni dos espacios en el closet de la ropa. Y así un día quiera y tenga ganas de salir y conocer a alguien, pedirle compañía si la quiero, o simplemente despedirlo y no hacer la petición. Que en mis manos este la decisión. Siempre libre, sin algún compromiso moralista, solo compromisos con leyes y preceptos que dicten mi solitario corazón.

No está mal andar desnuda por la casa sin cepillarme los dientes y sin peinarme. Dejar mi ropa interior en cualquier lugar. No llevar los zapatos a mi habitación. No estaría mal que los vecinos se mueran de intriga al ver a una mujer vivir sola, y se pregunten si estoy loca, o tal vez que soy una amargada que no se termina de llevar bien con los hombres. No sería nada aburrido estar sola y dedicarme tiempo haciéndome infinitos cariños. No estaría mal.

No está mal, mientras la tengo la disfruto. Porque sé que en algún momento sí habrá alguien allí, ya que la soledad no es el estado natural del ser humano. Por ahora, no me sienta mal quererme mucho.


 100 años de soledad para el incomprendido y para el que poco entiende