Hoy soñé en el camino que me querías, que venías a mi y me decías: "Cómo crees, no podré estar sin ti. Cómo podría estar sin ti si ya sé que existes. Y las cosas que hago cada día cómo no disfrutarlas contigo".
Pero soñaba sin dormir. Mi sien derecha vibraba humedeciendo de sudor la ventana del autobús. Sabía que no era posible nada de eso, como el resto de mis imposibles, pero decidí dibujarlo en mi imaginación. Lo coloreé con los más bonitos matices. Colores vibrantes, brillantes, alegres. Fue un veloz placer. Me agarró in fraganti el muchacho que recogía las maletas cuando preguntó a cuál parada llegaría. Y yo respondí que en cualquiera serviría, visto que cualquiera rompería súbitamente esa alegría.
Soñé sin dormir, estaba claro que sólo hacía uso conveniente y fructífero de la capacidad con la cual nos dotaron para imaginar. ¡Ah! la imaginación...
Y al poner un pie en el asfalto sonreí con esa risa demente, la que muchas veces he descubierto en los locos que nadie quiere, sin abandonarla al caminar.