Detenida en la parte más alta de la ciudad, en el Casco histórico, el lugar donde pasé casi toda mi niñez y adolescencia, desde allí disfrutaba de un gratificante paisaje que daba con la mejor vista al río y al puente Angostura. No pasa más nada cuando estas allí en frente de su majestuosidad, provoca quedarse y no dar un paso más por la ciudad.
En qué te conviertes Ciudad Bolívar, en qué vas a terminar, quien se va a apiadar de ti. Tus calles son basureros, desiertos solitarios, sin un verde, sin brillo, sin aura.
Hay que detenerse pero no a observar, sino a reparar, hay que reparar la ciudad, hay que darle cariño, hay que dedicarle un tiempo. No puede continuar así, no avanza; su población no ayuda.
Por qué los Bolivarenses no hacen nada por ella, será que no les interesa el lugar donde nacieron, donde nacerán sus hijos y nietos, donde crecerán, donde aprenderán, además de la forma de vida que ellos mismos están teniendo allí. No hay espacios de cultura, no hay espacios donde estimularla, y ni siquiera donde socializar, no hay parques, no hay museos, no hay jardines, no hay plazas, no hay nada para crecer en ella; puede llegar a ser tan bella, podria llegar a ser la misma o mejor que antes.