Yo quiero aprender a no vivir junto a ti
Aunque suene desprendoso, aunque suene frioso
Aunque no se entienda
Yo quiero ser nueva
Y tener la posibilidad de no deberme nada en la vida
Pero por siempre y para siempre me deberé
“Quiero una casa de piedra junto al mar //… echarías tu cabeza de diamante imprevisto / en el agua madura de mis hombros / buscando, como un pez ávido de soledad, un par de lunas de limo detenido / en las que un bosque antiguo recogiera sus iniciales savias. // Yo calzaría el crepúsculo entero entre mis dedos / probándome su herencia de anillos, / esperando que creciera en mi cara el polen de la eternidad. (…) / Eras un marino ciego contando barcos / por el recuerdo de las constelaciones en el puerto.”
Una uva venteada al sol con la temperatura ideal
Un kamikaze blindado aun cuando venga su suicidio
Un Ganímedes amante de Zeus perdido en su órbita
Un grillo haciendo su canto a las cinco de la tarde y los niños le llaman
Un negativo sin ser revelado de fotografías del Dalái Lama
Una cama de sabanas blancas
Flores, olor a cardamomo, café, besos, manos, sabor, luz, agua,
caída, sudores, pestañas sin lágrimas
El canto de un gallo cada media hora que terminen los
besos y empezar cuando acaban
Paciencia segura llena de deseos sin amenazas repleta de auténtica marea
que estimula los poros, el olfato, el oído, la cabeza, el estómago, el agua
Deseo de vida como donde nacen manantiales
Un café en la mañana
Me acompañas ...