La guitarra de tu pecho
Que el sonido me hacía respirar
La tengo empeñada a alguien mientras vuelvo al aclarar
La riqueza de tus labios
Que el silbido me hacía despertar
Lo tengo prestado un tiempo mientras te puedas precisar
El cedro de tus pies
Que sus flores me hacían adornar
La belleza de nuestro nexo lunar
Nuestra ceremonia imprecisa, qué se yo, que se empeña en protagonizar.
K.M.