Y de pronto hoy quise tomármelo como algo real, que podría suceder. Posible.
Leí lo que estaba en el teléfono, que llegó como si lo pedí a domicilio. Lloré.
Y recordé qué era llorar de felicidad, como en los viejos tiempos.
Lo leí y releí, porque las palabras eran perfectas salidas de un espíritu embriagado de amor.
Eran para MI.
Me acosté y no conseguí el sueño. Yo casi nunca tengo problemas para dormir. Hoy si.
No fueron muchas palabras, pero las que estaban fueron a quema ropa. Directas y precisas.
Además no me tomaron por sorpresa, yo las esperaba. Es como si a un NIÑO se le escapara una verdad que no sabe como decir por temor a que un adulto reprenda la libertad de sus palabras. Pero se le escapa sin remedio.
Yo las creí mías,de hecho las patenté mías.
Esto no se trataba de nada de lo que la gente normal y típica entendía era ser feliz
A ellos la felicidad les parece que es cumplir la vida como les dijeron debía ser. Y entonces solo saben de cánones y fingir de felicidad
Si yo se los contara, muchos no entenderían por qué esas palabras me hacen feliz...